AL AIRE LIBRO

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martes

Mercedes Sosa, Pachitos y Seven Up en el Luna Park

Mercedes Sosa y “los Panchitos y los Seven Up ” del Luna Park

Esa tarde bonaerense tenía calor y hambre. La incertidumbre embargaba al grupo que con risotadas –neuróticas- paseaba por las callecitas cercanas al legendario Luna Park. En el impresionante frontis del coliseo porteño una gran letrero con el rostro, flanqueado por un par de guantes de box, del ídolo Carlos Monzón. En las columnas laterales colgaba un par de afiches “Gran Concierto de Mercedes Sosa”. Fue como un rayo. Ninguno de los siete tomecinos portaba un cinco en los bolsillos. La necesidad de compartir las canciones de la cantora tucumana se hizo perentoria. Nos acercamos a la ventanilla de venta de entradas como si importara saber el precio. Curioseando en los espacios contiguos a la gran puerta de entrada vimos una corta fila de personas frente a una oficinita en la que destacaba un pequeño letrero. “Se necesitan vendedores de panchitos” . Nos acercamos a averiguar que significaba eso cuando uno de los encargados se acerca con una bandeja repleta de hotdogs, y me la pasa. Me dijo el precio y que debía venderlos en la sección S-11 de las graderías. Avancé tímido, mirando de reojo a mis amigos que, con el mismo desconcierto y expectativas, agarraron su propia bandeja. Subí las empinadas escalinatas hasta llegar a ver, allá, lejos, abajo, un diminuto escenario en el que reposaba un par de guitarras y un bombo.
En lo mas alto del Luna Park los 7UP, siete tomecinos rejuntados por la casualidad allende Los Andes, coincidimos con la miradas al tiempo que el olor a los “panchitos” hacía sonar nuestras tripas. El primer mordisco fue al unísono y desde ahí para adelante el amplio espacio se lleno de música. Tañidos y bordoneos. Una voz poderosa y tierna nos devolvió la vida que se nos venía alejando desde hacía ya unos meses, cuando cruzamos la cordillera. Desde entonces Mercedes Sosa no ha sido para mi sólo una cantante de bella voz. Sino, junto a Serrat quienes me salvaron el alma. Me devolvió la esperanza y recreer en la belleza. Y gracias a ella una tarde bonaerense comí mi primer bocado después de varios días de hambre corporal y espiritual.

1 comentario:

Spaudo dijo...

Por estos días en que medio mundo se ha dado gusto hablando de la negra tras su muerte, tu relato es lo más humano que he leido,
Saludos Darwin